La Nota Que Dinamitó Su Destino

El amanecer parecía inofensivo cuando Elara despertó con un nudo en el estómago. Sobre la mesita del hospital descansaba una nota doblada, pesada como una sentencia. La abrió despacio y dejó que cada línea la atravesara: Caden confesaba amar a Liora y pedía terminar “lo suyo” para siempre, cerrando con una firma distante, casi burocrática.
No lloró de inmediato; fue como si el tiempo se detuviera y solo quedara el eco de esa despedida cobarde. Comprendió que el hombre que amaba había elegido borrarla por completo, sin mirar atrás. Entre el vacío y la rabia, hizo un juramento silencioso: reconstruiría su vida y convertiría su dolor en justicia implacable calculada.